Curiosidades de las bodas en la Edad Media que no sabías

Las bodas medievales no solo unían a dos personas, sino también a familias, tierras y alianzas políticas. Lejos de la visión romántica que tenemos hoy, el matrimonio en la Edad Media estaba cargado de rituales curiosos, supersticiones y costumbres que hoy nos parecerían insólitas. Aquí te contamos algunas de las más sorprendentes. En Bastión, estamos felices de poder contarte estos detalles históricos, sin embargo nuestras bodas a pesar de ser de estilo medieval, están cargadas de amor y dedicación. No dudes en agendar aquí


1. ¿Amor? No siempre. Las bodas eran contratos

Aunque el amor cortés florecía en los poemas, las uniones matrimoniales solían ser pactadas desde la infancia, especialmente entre nobles. El matrimonio era un acuerdo legal y político. El afecto venía… si venía.


2. El “compromiso” era tan serio como el matrimonio

Una promesa de matrimonio (o «desposorio») tenía validez legal casi como una boda. Si dos personas se prometían en matrimonio delante de testigos y con intenciones serias, ya era considerado un vínculo oficial por la Iglesia.


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3. Los testigos eran imprescindibles

Para que un matrimonio fuera válido, bastaba con que ambas partes dieran su consentimiento libremente… pero debía ser frente a testigos. No hacía falta sacerdote hasta el Concilio de Trento (siglo XVI), cuando se impuso la ceremonia religiosa como obligatoria.


4. ¡Se casaban en la puerta de la iglesia!

La ceremonia se celebraba fuera de la iglesia, en su entrada, como símbolo de que el matrimonio era un acto público. Solo después, la pareja ingresaba para recibir la bendición.


5. Vestido blanco… no era la norma

Las novias medievales no vestían necesariamente de blanco. Se usaban ropas lujosas con los mejores tejidos disponibles: terciopelos, brocados, sedas y colores vivos como el rojo, el verde o el dorado. El blanco como símbolo de pureza se popularizó siglos más tarde.


6. El “velo” sí tenía un significado profundo

El velo simbolizaba modestia, castidad y obediencia. Además, protegía a la novia de las “malas miradas” o malos espíritus. Algunas novias nobles también llevaban tocados bordados con hilos de oro.


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7. Pan, sal y cerveza: los banquetes eran sencillos (O no tanto)

En bodas campesinas, los alimentos eran simples pero abundantes: pan, sal, queso, carne y cerveza o vino. En las nobles, los banquetes podían durar días con animales asados enteros, dulces especiados y entretenimiento con músicos, juglares y trovadores.


8. ¡Sí, había regalos! Pero no como los de hoy

El “dote” era entregado por la familia de la novia al novio (dinero, tierras o bienes). A cambio, el novio daba una “morgengabe” (don de la mañana): un regalo a la esposa al día siguiente de la boda, en señal de respeto y gratitud.


9. Luna de miel… ¿con hidromiel?

La “luna de miel” tenía un sentido literal: se creía, en los países nórdicos, que beber hidromiel (una bebida fermentada de miel) durante un ciclo lunar ayudaba a la fertilidad. De ahí el origen del término.


10. Símbolos de unión: de las manos al anillo

El acto de unir las manos de los novios con una cinta o cuerda (“handfasting”) era común en las regiones de herencia celta insulares. El intercambio de anillos también existía, aunque no era obligatorio ni universal. En algunos casos, la novia recibía una llave simbólica del hogar o del patrimonio del esposo.

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